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"Lee y conducirás; no leas y serás conducido"
Santa Teresa de Jesús

jueves, 12 de diciembre de 2013

La tortuga y la liebre

De nuevo presentamos una de las fáculas populares atribuidas a Esopo, aunque reescrita posteriormente por muchos autores literarios: La tortuga y la liebre.


¿Qué adulto no conoce esta fábula? En ella se trabajan muchos valores como la perseverancia, el valor y la creencia en las posibilidades de uno mismo; en la lucha constante y la confianza. Pero además, trabaja sobre otros contravalores, como la arrogancia, el menosprecio hacia los demás y sus diferencias, y la subestimación (junto con la sobrestimación).


Esta fábula nos invita a reflexionar sobre nosotros mismos, a conocernos mejor y valorarnos en función de nuestras capacidades. Nuestras limitaciones psicológicas son siempre más fuertes que las limitaciones físicas.

Así, en el aula específica de nuestro colegio trabajamos a través de estas fábulas para desarrollar valores. Igualmente, podemos usarlo en aulas de infantil y, con actividades adecuadas a la edad, podríamos usar esta y otras fábulas en Primaria.

Por cierto, esta fábula trabaja valores similares a otra historia menos conocida pero también muy, muy didáctica que siempre me encanta repasar: El desafío del caracol.

Así os dejamos con la citada historia, que fue adaptada en su día por Walt Disney en 1935:


En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía que era la más veloz. Por eso, constantemente se reía de la lenta tortuga.


-¡Miren la tortuga! ¡Eh, tortuga, no corras tanto que te vas a cansar de ir tan de prisa! -decía la liebre riéndose de la tortuga.

Un día, conversando entre ellas, a la tortuga se le ocurrió de pronto hacerle una rara apuesta a la liebre.

-Estoy segura de poder ganarte una carrera -le dijo.
-¿A mí? -preguntó, asombrada, la liebre.
-Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta en aquella piedra y veamos quién gana la carrera.

La liebre, muy divertida, aceptó.

Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. Se señaló cuál iba a ser el camino y la llegada. Una vez estuvo listo, comenzó la carrera entre grandes aplausos.

Confiada en su ligereza, la liebre dejó partir a la tortuga y se quedó remoloneando. ¡Vaya si le sobraba el tiempo para ganarle a tan lerda criatura!

Luego, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacio, pero, eso sí, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó muchísimo.Se detuvo al lado del camino y se sentó a descansar.

Cuando la tortuga pasó por su lado, la liebre aprovechó para burlarse de ella una vez más. Le dejó ventaja y nuevamente emprendió su veloz marcha.

Varias veces repitió lo mismo, pero, a pesar de sus risas, la tortuga siguió caminando sin detenerse. Confiada en su velocidad, la liebre se tumbó bajo un árbol y ahí se quedó dormida.

Mientras tanto, pasito a pasito, y tan ligero como pudo, la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta. Cuando la liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la carrera.

Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría jamás: No hay que burlarse jamás de los demás. También de esto debemos aprender que la pereza y el exceso de confianza pueden hacernos no alcanzar nuestros objetivos.

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