¡Bienvenidos!

Os damos la bienvenida a la biblioteca del CEIP Padre José Casal Carrillo. En este pequeño rincón pretendemos promover el gusto por la lectura y compartir todo lo que hacemos para convertir a nuestros jóvenes en buenos lectores.

"Lee y conducirás; no leas y serás conducido"
Santa Teresa de Jesús

Nuestra biblioteca


Nuestro centro es un centro de Educación Infantil y Primaria de San Fernando. Actualmente cuenta con una sola línea y arquitectónicamente (aunque pendiente de una importante reforma durante el presente curso) es pequeño. En consonancia a todo ello, nuestra biblioteca escolar también es pequeña, aunque dotada y práctica.


Durante el recién terminado curso 2013-2014 hemos desarrollado un Plan de Biblioteca nuevo e innovador, que ha tratado hacer de la biblioteca un centro de recursos para todo el centro y la comunidad educativa. Por ello, se han desarrollado iniciativas de diversa índole, todas visibles en las entradas realizadas a lo largo del curso en la zona de blog.

Para terminar el curso, y en conmemoración y agradecimiento a un maestro que durante este curso ha tomado las riendas de la biblioteca y ha propuesto muchas actividades y actuaciones, se ha renombrado la biblioteca de Casal Carrillo bajo el nombre de "Ciudad de Lepe":



Esperamos poder continuar este proyecto que tanto éxito ha tenido durante el próximo curso.

Y para transmitir nuestra creencia en la importancia de la lectura, no encontramos mejor modo de transmitirlo acudiendo a nuestro gran poeta García Lorca:


Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo. 
“Medio pan y un libro”

LOCUCIÓN DE FEDERICO GARCÍA LORCA AL PUEBLO DE FUENTE DE VAQUEROS (GRANADA). 
Septiembre 1931 


“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. “Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre”, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve me- lancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

»Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infini- tos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

»No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro.. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible orga- nización social.

»Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

»¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: “amor, amor”, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: “¡Enviadme libros, libros, mu- chos libros para que mi alma no muera!”. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

»Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Eu- ropa, que el lema de la República debe ser: “Cultura”. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz”. 

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